Bueno pues
aquí estamos de vuelta
y
no creáis que no me ha costado mis quebraderos de cabeza
por dejadez total de este espacio
mientras abandonaba al diógenes mi vida.
Y es que no hay nada mejor
que conducir un maravilloso Lamborghini Veneno
por una carretera a 350 km/h
y, en seco,
agarrar el freno de mano
porque un rottweiler se ha cruzado en tu camino.
En cuestión de centésimas
todo a la mierda.
Así que
decidí ponerme a escribir de nuevo por dos motivos:
1.
En esta nueva etapa
en la que estoy alternando con gente desconocida
no tengo tiempo para hablar, sólo escuchar.
Escuchar y escuchar
y claro,
a una le persiguen las bizarradas
más que nunca.
Por eso
creo conveniente que
de la manera más simple
y cómo este es mi santo dominio
empezaré a contar algunas intimidades
de la manera menos cuerda posible.
2.
Desde aquí reivindico una vez más
como seña de identidad
el carácter fetichista
de unas buenas deportivas.
Este post
quizás
vaya dirigido indirectamente a muchas personas
pero, concretamente
se lo quiero dedicar a mi querida Patricia
y a tod@ l@s amantes del calzado en general
a detractores del deportivo en particular
a los investigadores de paraflias
y a Kanye West
Mi intención no es evangelizar
sólo voy a contar algo que me ocurrió hace un mes y algo
cuándo estaba literalmente tirada por el underground
más asqueroso y sucio que me había encontrado a lo largo de mis años.
Una braga maltratada literalmente.
En Gotham
y después de una ruta motera, excelente compañía
cervezas, buena comida local
cervezas, whiscazos
petis, un poco de tiendas, souvenirs porno, cervezas, petis, vino blanco,...
decidí hacer caso a mi hermano
y su grupo de amigos post adolescentes
e ir a la mítica discoteca
con nombre de dios de la Luz.
Tiempo hacía que no bailaba como una poseída,
en la más estricta definición de la expresión.
Tanto es así, que se notó.
Los mancebos de la sala podían olerlo.
Podían oler mis desgracias, mis deseos
mis anhelos, mis miserias
mi sexo
y a mí acudían como abejas a la miel.
Pero allí estaba él.
Observando con sus destellantes ojos azules.
En la distancia
pasando inadvertido.
Y yo
pardilla
sin darme cuenta.
Al final sucedió lo que tenía que suceder
medicina griega pa'l body
no, sin antes una serie de malentendidos y desventuras varias
consecuencias del cansancio
falta de autoestima
y confianza en mí misma.
Al tiempo,
este amante coleccionista
me confesó que
nada más entrar por la puerta
(recuerdo que lo primero que hice fue pintarme los labios en Rose Culte )
se fijó
en mis Air Max
Sí
no en la falda skate
no en el escotazo a base de rojo lencero y animal print bra
ni siquiera en el pelo azul Bulma.
Se fijó en las Nike
y de ahí fue subiendo
le gustó lo que veía
y decidió dar caza a la presa.
El poder del deseo es incontrolable
tanto es así,
que no puedo dejar de mencionar
el mejor spot de todas las Navidades.